Mujer, no aguantes ni “mijita”, ni porque no tengas medios, ni porque haya hijos, ni porque se haya siempre arrepentido, ni por el que dirán. Perdido el respeto la primera vez, las siguientes son más fáciles y, si no se ponen los medios externos suficientes, esta actitud tiende convertirse en habitual.
Los arrepentimientos valen para lo que valen, para tomar la decisión de tratar esa conducta fruto de la ausencia de equilibrio mental y si no, son agua de borraja.
Cambiar a una persona que ha dado el paso de agredir es harto complicado hasta para un profesional.
Amenazar con denunciar, no modifica la situación, produce ansiedad, frustración, …, en la víctima y mayor excitación, chulería en el agresor. Por ello, si ha habido esa primera vez, es obligado la implicación de un agente externo que medie y remedie.
Denunciar (teléfono 016) pero, también, hay que movilizar a la trabajadora social, a la agente de igualdad, a la psicóloga,…, a aquel profesional y aquellos medios que garanticen que la víctima-denunciante no va a sufrir más, ni perder la vida en su intento de tener una existencia conforme a derecho internacional.
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